La vida es una cadena de tomas
de decisión. Desde que te levantas por la mañana y piensas que ropa
ponerte, pasando por las cosas compras cuando vas al supermercado, hasta el
restaurante que eliges para ir a cenar.
Por tanto, si las decisiones están en lo cotidiano de
nuestras vidas, un inversor se enfrenta a innumerables decisiones sobre la
gestión de su patrimonio que debe resolver.
El problema radica en el hecho de que nadie nos ha enseñado a
tomar decisiones correctamente. Y eso nos lleva a ir aprendiendo, como se suele
decir, a golpe de tropiezos en la vida. Cosa que no está mal, pues al fin y al
cabo, ese es el valor que tiene la experiencia y el aprendizaje sobre lo ya
vivido.
Pero eso en el contexto de inversión, representa unos costes
que impactan de forma severa en la principal herramienta a preservar del
inversor, el dinero. Por este motivo es importante que conozcas cuales son los
principales errores en la toma de
decisiones de inversión, en los que no deberías caer si realmente quieres
ganar dinero con tus operaciones. Veamos cuales son.
Para empezar situémonos en el contexto. Los mercados ni son
perfectos y eficientes, ni los inversores toman decisiones racionales iguales,
incluso aunque tengan acceso a la misma información y equivalente capacidad
para procesarla.
Y al mismo tiempo, creo válida la idea de que los inversores
se ven afectados por sus emociones en el proceso de toma de decisiones. Así
como por su particular visión de los hechos e interpretación de la información,
basados en la ingeniería del comportamiento explicada por la psicología
conductista.
Teniendo en cuenta lo incierto pero imperfecto y lo
emocional, se pueden identificar seis tipos de errores en la toma de decisiones, que han sido identificados en
diversos estudios. Y además de en el contexto de las inversiones, son aplicables
a otros ámbitos de la vida, por lo que creo que podrán resultarte de utilidad.
El primero de ellos es el error por efecto anclaje. Que no es más que el condicionamiento
que te produce valorar una cosa cuando te han presentado previamente una cifra.
Algo muy utilizado por ejemplo en las rebajas. Donde se nos
presenta en números grandes el precio previo tachado y en pequeñito el valor
con el descuento. Haciéndonos creer que realmente es una ganga, pues el
descuento en comparación al precio anterior es muy grande. Que también es muy
usado en el mercado inmobiliario para condicionar las ofertas que hará el
potencial comprador en la negociación. O la distorsión en las inversiones en
bolsa, al pensar que una acción está muy barata, porque lleva una caída importante
desde máximos.
Por otro lado tenemos el error
de la situación creada o status quo. Que no es más que el comportamiento
irracional de mantenerse en una posición ante un riesgo inminente sin llegar a
tomar una decisión. Por ejemplo, esto se ve en algunos inversores que,
habiendo empleado un sistema de inversión que les ha funcionado durante un
ciclo alcista o un contexto determinado, cuando el mercado se hunde, mantienen
su sistema a pesar de que en ese nuevo escenario se evidencia que falla.
También hay que evitar caer en el error de los costes irrecuperables. Muy habitual también en los
ludópatas y algunos casos de fracaso empresarial. Que se manifiesta en el
comportamiento de inversores, cuando tras haber invertido una importante suma
de dinero en una acción que ha bajado estrepitosamente, no son capaces de tomar
la decisión de cerrar la posición asumiendo el coste de su error. Y permanecen
en una inversión con una pérdida irrecuperable del 80% o 90% manteniéndose en
ella o incluso invirtiendo más, a costa de la gran cantidad ya invertida. Y
todo ello a pesar de que sea muy poco probable que se revierta la situación.
Es el caso típico de inversores
que toman decisiones de inversión muy arriesgadas sobre valores muy
volátiles (los llamados chicharros) y
con malos fundamentales y que terminan quedándose pillados.
Error de la prueba de
confirmación. Consiste
en tratar de confirmar una decisión de inversión impulsiva o razonada, buscando
información o pidiendo opiniones a terceros, escuchando aquello que es afín a
lo que tú pensabas o fijándote sólo en los datos que respaldan tu decisión.
En otras palabras, escuchar y ver lo que te da la gana, para continuar con la
idea de inversión te habías hecho.
Error de la expresión
del problema. Hace
referencia a la forma en que se ve alterado el proceso de toma de decisiones,
en función de cómo se plantee o exprese un problema. Concretamente en el
sentido de poner el foco en la posibilidad de pérdida o ganancia de una
operación.
Dicho de otro modo, asumimos más riesgos para evitar pérdidas
que para incrementar beneficios. Aquello de estar perdiendo en una acción y
decir “bueno, las mantengo, ya subirán”. Y en cuanto ganamos dinero, parece que
nos quema y queremos vender corriendo.
Y por último, tenemos el error
de las estimaciones y previsiones previas. Tendemos a dar más valor a nuestra
capacidad de juicio sobre las cosas que a las opiniones de los demás. En
cierto modo son las distorsiones que se producen en la toma de decisiones por
exceso de confianza o prudencia sobre situaciones inciertas y donde no tenemos
toda la información.
Es el error en que puedes caer cuando después de muchos años
como inversor, ante una situación de incertidumbre, crees que tienes más
capacidad que los demás para juzgar lo que está pasando. Es una forma de
sobreestimar tu propio juicio e infravalorar las expectativas de otros
inversores, que cuentan con la misma información que tú.
En resumidas cuentas, si inviertes en bolsa, tienes muchas
probabilidades de cometer en algún error provocado por el sesgo de tu
percepción de las cosas. Por eso se suele decir que el enemigo de un inversor
en bolsa, es uno mismo. Así que mucho cuidado. Racionalidad y frialdad cuando
gestiones dinero.
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