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Trump vs. La conciencia verde


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Mucho se ha hablado de Donald J. Trump en los últimos meses. Se ha comentado todo y casi que más sobre sus políticas, declaraciones, insultos, proyectos de muros, de guerras y de amistades, se ha hablado de Rusia, de Putin y de posibles influencias del país ruso en las elecciones. Se ha hablado de todo, y quizás no demasiado de una de las cosas más importantes que conlleva que Trump sea el nuevo presidente del país más poderoso del mundo: que el medio ambiente está, literalmente, cagado de miedo.

Quizás no es que fuese a ocurrir nada demasiado diferente en caso de que Hillary Clinton ocupase ahora el Despacho Oval, pero lo cierto es que la demócrata (por mucho que quisiese o le gustase) no podría actuar con la impunidad con la que actúa Trump respecto al medio ambiente. 

Hace no mucho, el nuevo líder de la administración norteamericana comenzaba su particular proceso de echar abajo cualquier progreso de los últimos años enmaterias ambientales. O lo que es lo mismo, todo un proceso legislativo por el cual se incentivará la extracción de petróleo de esquisto (fracking) así como la minería de carbón, además de abandonar por completo la lucha frente al cambio climático, una de las causas abrazas por el gobierno de Obama.
El caso es que ahora que Trump le ha dado vía libre a los jeques norteamericanos del petróleo para seguir sacando crudo de donde sea, no cabe duda de que el precio del petróleo va a comenzar a bajar progresivamente. Aunque esta semana hayamos visto como el precio del barril subía debido a una corrección sobre el cálculo de lasreservas norteamericanas de crudo, lo cierto es que éste no va a ser un proceso continuo ni que dure mucho tiempo. 

El precio del petróleo va a bajar, porque si las compañías norteamericanas se ponen a extraer sin ningún tipo de límites, el mundo se va a teñir de este oro negro que por un tiempo pareció estar en declive.

Durante los próximos meses e incluso años, solo habrá que echar un vistazo a webs financieras y de brókeres como 24Option para ver dicho proceso en los precios del crudo. La caída de los precios probablemente lo convierta en un elemento bastante de moda entre las webs financieras, ya que todo el mundo querrá mitigar las pérdidas que le pueda provocar.

El fin temporal de la energía verde

Sin embargo, las consecuencias de las políticas de Trump van mucho más allá del petróleo, el fracking y el carbón. Porque el caso es que, si los precios del petróleo bajan debido a la sobreexplotación que se va a llevar a cabo en los Estados Unidos, las principales damnificadas serán las energías verdes. Los proyectos eólicos o solares sufrirán cada vez más en un mundo más inclinado hacia los combustibles fósiles, debido a los precios bajos de los que disfrutarán de aquí en adelante.

Y que todo el mundo tenga claro que así va a ocurrir, porque aquí no se habla de suposiciones. Aquí se habla de una administración que gobierna el país más importante del mundo y que ha demostrado contar, entre sus filas (inclúyase aquí al presidente), a unos cuantos negacionistas del cambio climático, así como a varios miembros del lobby petrolero. Casi nada. Al menos, al mundo le quedan cuatro años en los que probablemente, pueda perder otros tantos años de vida.

El dinero y la inversión en proyectos verdes se acabará por cortar debido a que no será visto como rentable, y en una sociedad como esta, movida únicamente por la búsqueda del beneficio, las energías renovables quedarán en algún tintero del Despacho Oval, esperando a que algún próximo presidente (esperemos) vuelva a recuperar algo de la conciencia por este mundo. 

Uno de los líderes ecologistas con más reputación en España, Juan López de Uralde, exdirector de Greenpeace en España, miembro de Equo y diputado en el Parlamento por Unidos Podemos, lo dejaba bastante claro hace unos meses. El donostiarra afirmaba que, con la llegada de Trump, era el momento para la UE de tomar el liderazgo en materia de defensa del medioambiente. Y sí, probablemente lo sea. Pero el caso es que la UE no está para liderar nada a día de hoy. Sobre todo, si la próxima inquilina del Elíseo es una tal Le Pen. Malos tiempos para la ecología…

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