Aunque te pueda sorprender, hoy día y en muchos países, hay
mucha gente en situación de exclusión financiera. Personas que por determinadas
circunstancias, no tienen acceso a servicios financieros básicos.
Una situación que impide a muchas de estar personas realizar trámites
cotidianos como recibir cobros o realizar pagos, que exigen tener una cuenta
corriente en un banco o una tarjeta financiera. O solicitar un aval bancario para un alquiler o iniciar un
negocio. Algo que los micro créditos
pueden solucionar y ayudar a mucha gente, pero que para otras tiene un lado
tremendamente perverso.
Hoy día esos micro créditos pueden encontrarse en
financiaciones de cooperación colectiva del tipo crowdfunding como Goteo, sociedades parafinancieras de
crédito instantáneo como Creditocajero o instituciones financieras pero de
perfil ético y solidario.
Son diversas fuentes de financiación, a las que las personas
que no pueden aportar avales, garantías o un historial crediticio favorable,
pueden acudir para poder financiarse e iniciar sus proyectos. Pero ¿son los microcréditos una oportunidad o una trampa
para los solicitantes?
En un momento en que en muchos países encontrar un empleo es
tremendamente complicado, la salida para muchas personas puede ser un
autoempleo o un pequeño proyecto emprendedor. Ideas que no son posibles en
muchas ocasiones, si no cuentan con un mínimo de financiación.
Cabría pensar que siempre se puede acudir antes a cualquier
persona del entorno, como amigos, familiares o socios, antes a cualquiera de
estas instituciones para solicitar pequeños importes que van de los 300€ a los
1.000€ por ejemplo.
Pero a veces esas personas viven en un entorno también sin
recursos, donde realmente no tienen a nadie de la que recurrir porque están
igual o peor que ellos. O que teniendo es a posibilidad, no quieren hacerlo por
vergüenza, por no exponerse a ser juzgados al reconocer su situación económica.
Lo que cohíbe a muchas personas.
La opción de poder solventarlo acudiendo a vías alternativas
neutrales, facilita la solución para implantar esa semilla que permita iniciar
ese microemprendimiento o poner en marcha ese autoempleo.
La experiencia en muchos países en vías de desarrollo, arroja
datos contrastados de que esos micro
créditos tiene impactos positivos en la sociedad y en la economía. Pues
permite poco a poco ir construyendo un tejido de negocios y dota de autonomía e
independencia laboral a muchas personas, que de otro modo no podrían haber
desarrollado un medio de sustento o de
vida.
Lógicamente al tratarse de personas sin recursos y en
situación de exclusión financiera, presentan altas tasas de mora e
impagos. La consecuencia a ese riesgo es que o bien determinadas instituciones
fijan presupuestos a fondo perdido como acción social o cuando son
intermediarios con ánimo de lucro, necesariamente deben imponer tipos de
interés suficientemente altos como para compensar las elevadas tasas de atrasos
e impagos.
Un alto precio para tener una oportunidad o tal vez un
equilibrio justo entre necesidad y solución. El caso es que la existencia se
hace imprescindible, cuando el sistema financiero tradicional, cierra las
puertas a muchas de estas personas.
Naturalmente dentro de todas las posibilidades de financiación
mediante micro préstamos, va haber notables diferencias en cuanto a finalidades
admitidas, plazos, formas de pago, rapidez de concesión y criterios de
concesión.
Pero en cualquier caso, todas esas alternativas de micro préstamos no tienen en cuenta
prácticamente ninguno de los requisitos que la banca tradicional solicitaría en
un proceso habitual de solicitud de financiación.
Pero eso creo que la existencia de otros intermediarios financieros alternativos, se
justifica y se hace necesaria en una sociedad cada vez más bancarizada y
digitalizada. ¿Qué opinas? ¿Crees que los micro
créditos tienen una función social? ¿Es necesario un tejido financiero con
diversas instituciones al margen de la banca tradicional?
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